Noche de Tormenta.
Era una fría mañana de invierno, el estruendo de un trueno despertó a Alex y el fuerte ruido de las gotas golpeando violentamente la ventana le impidió volver a dormir, faltaban aún tres horas para que tuviera que ir a su rutina escolar diaria, se levantó lentamente y se dirigió a la cocina para tomar un vaso con agua. Cuando bajó las escaleras le sorprendió ver un gran charco de agua que había entrado por debajo de la puerta, medio dormido fue a buscar el secador de piso y puso manos a la obra.
Una vez
que había terminado su tarea decidió volver a su habitación, pero antes de
alejarse de la puerta un fuerte ruido proveniente de afuera de la casa lo frenó
en seco. Salió para tratar de ver u oír algo, pero lo único que logró fue
escuchar un rechinido muy suave y lejano.
Alex
recorrió la calle en busca de lo que provocaba aquel ruido pero sus intentos
fueron en vano. Luego de algunos minutos optó por volver a su casa, pensando
ansioso en el calor de su cama, cuando estaba a unos pocos metros de la entrada
volvió a escuchar aquel sonido, venía de la casa de enfrente.
La
antigua dueña de esa casa había fallecido dos meses atrás, una anciana muy
amable pero lamentablemente muy enferma también. La nueva propietaria era una
completa desconocida, Alex solo la había visto una vez cuando esta se iba a
trabajar, se había mudado durante la noche, algo que a todos los vecinos les
pareció muy extraño, pero prefirieron ignorar ese hecho y simplemente calificar
a esa persona como rara.
Cuando
observaba atentamente la vieja casucha, vio la silueta de un hombre junto a la
ventana, Alex se quedó paralizado ante lo que sus ojos veían, con la mirada
clavada en aquel sujeto. En ese momento su mente se llenó de pensamientos
oscuros, posibilidades aterradoras de la identidad de esa persona y de lo que
podría estar haciendo.
Lo mejor
era correr adentro y llamar a la policía, pero el miedo que invadía su cuerpo
no le permitió moverse. De repente el hombre se movió.
-¿Me vio?
Se preguntó, no podía saberlo con seguridad, ya que estaba muy lejos y oscuro, pero eso lo hizo reaccionar y comenzó a moverse lentamente dando pequeños pasos hacia atrás.
Alex
escuchó el ruido de una puerta abriéndose y al levantar la mirada vio a una
mujer saliendo de la casa, pero no era su vecina. Era alta, cabello castaño y
muy delgada; el joven se quedó pasmado ante los asustados ojos azules que
lo observaban.
La mujer
gritó algo y dos hombres vestidos de negro salieron de la casa dirigiéndose al
muchacho, invadido por el pánico, Alex dio media vuelta y comenzó a correr tan
rápido como podía hacia su casa. Sentía el gélido viento quemando su piel y el
sonido de sus pasos alarmados, pero también escuchaba los pasos de sus
perseguidores que cada vez estaban más cerca.
Cuando
Alex logró llegar a la puerta de su casa sintió como dos manos lo tomaban por
la cintura y lo jalaban hacia atrás. El chico lanzó un grito, pero su intento
de pedir ayuda fue en vano, otra enorme mano tapo su boca ahogando su
desesperada voz que clamaba por ayuda, peleó para tratar de liberarse pero
ellos eran muy fuertes en comparación con él. Los dos hombres lo llevaron al
interior de la casa, donde lo amordazaron y ataron.
¿El sótano?
Era un
lugar frió y húmedo, por alguna extraña razón había un fuerte olor de carne
quemada. El miedo y la desesperación provocados por la horrible situación en la
que se encontraba no le permitían pensar bien, trato de buscar alguna salida o
forma de pedir ayuda, la habitación era muy oscura y se le dificultaba saber lo
que había en ella, después de unos minutos sus ojos comenzaron a adaptarse y en
el fondo del cuarto logró distinguir algo, se acercó arrastrándose por el
suelo, tratando de no hacer ruido y así no llamar la atención de sus agresores.
Cuando
estuvo lo suficientemente cerca, lo que vio lo hizo estremecerse por dentro y
una oleada de náuseas lo invadió; era el cadáver de la dueña de la casa, había
sido asesinada por los mismas personas que atraparon a Alex.
El
cuerpo estaba semidesnudo, tenía la cabeza hacia atrás en un ángulo de ciento
ochenta grados, tenía una terrible quemadura en el pecho. Le habían grabado con
una palabra que no se podía distinguir.
La
puerta se abrió, la luz dificultaba la visión del muchacho, solo podía
distinguir la silueta borrosa de tres personas que se acercaban a él.
Alex
sabía lo que le esperaba, era el único testigo de lo que habían hecho en la
casa. Los dos hombres levantaron al infortunado joven con brusquedad del
suelo y lo sentaron en una silla, comenzaron a golpearlo con una fuerza brutal
mientras la mujer los observaba, el muchacho gritaba pidiendo ayuda, pero nadie
acudía en su auxilio.
El
amanecer ya estaba cerca, la lluvia continuaba, el joven de solo dieciséis años
ya estaba resignado, se había hecho a la idea que ninguna persona llegaría a
rescatarlo, dejó de resistirse a los inhumanos ataques de sus agresores, se
quedaba completamente quieto mientras lo torturaban y en su cara se
apreciaba una gran serenidad.
Los dos
hombres continuaban con su labor, la mujer tomó un objeto de metal y comenzó a
calentarlo, en un instante, Alex se dio cuenta de lo que sucedería, sería
marcado a fuego como su difunta vecina. Ella se acerco lentamente hacia él
mientras decía:
-No
debiste salir de tu casa
Un
enorme dolor invadió el cuerpo del Alex, quien lanzó un grito de desesperación
mientras el objeto al rojo vivo se hundía cada vez más en su pecho. Se esforzó
por no perder el conocimiento, pero la oscuridad se estaba cerrando sobre él,
sentía como si su alma abandonara su cuerpo
Un
trueno resonando en las ventanas hizo que Alex despertará, desconcertado y al
mismo tiempo aliviado se levantó de su cama al saber que solo había sido una
pesadilla, observa por su ventana y todo parecía normal, no era más que otra
mañana lluviosa.
Alex
prendió su televisión pero no se podía ver ningún canal
-La
antena debió haberse dañado por la tormenta
Pensó el
ingenuo muchacho. Intento volver a dormir cuando escucho un ruido que venía de
la cocina, bajó a revisar, alguien podría necesitar ayuda.
-¿Mamá?
¿Papá? ¿Están aquí?
Al
llegar a la cocina le sorprendió que estuviera vacía, dio media vuelta para
volver a su habitación y justo detrás de él estaba uno de los hombres de su
pesadilla, Alex trató de escapar, pero su perseguidor era muy astuto y logró
atraparlo con facilidad, puso sus enormes manos alrededor del cuello del
asustado joven, lentamente comenzó a perder la conciencia, y cuando parecía que
daría su último suspiro, regreso a la realidad.
No
estaba en la cocina de su hogar, ni tampoco era asfixiado por nadie; seguía
atrapado en el sótano frío y oscuro, todo era una alucinación producida por el
gran dolor que sentía en su cuerpo. Alex suplicaba por ayuda, mientras la mujer
hundía cada vez más el objeto al rojo vivo sobre su pecho y lo observaba con
sus penetrantes ojos azules, pero la lluvia ahogaba sus gritos de agonía,
nadie podía escucharlo, nadie lo salvaría…
V.P. Terra
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