jueves, 9 de marzo de 2017


Luego de algunos meses, llueve de nuevo
y mágicamente retoman sentido los ritmos y las letras de mi música.

Me doy cuenta, que mi vida es algo parecido a lo que describía Benedetti:
"...siempre hay algo de tristeza en mis momentos más felices, al igual que siempre hay un poco de alegría en mis peores días.”
Es esto a lo que el uruguayo se refería…
Pero lo que él no describió en esta afirmación es el placer que causa,
como si de hacerle el amor al alma se tratara.
Es como sentirte conectado con lo más profundo de ti, con tu humanidad,
con tus pensamientos. Haciendo contacto con la necesidad de amar y ser amado.


En momentos así, eres consciente de tu fragilidad, de tu sensibilidad,
esa de la que recurrentemente huimos, esa que negamos y le gritamos al mundo haber perdido,
por la que tememos sea lastimada, burlada y engañada una vez más.
La que olvidamos, de vez en cuando darle un poco de paz y de vida, con el frio, con la lluvia,
con la música, con un café, con un cigarrillo o el silencio. A veces y porque no, hasta con la soledad. Nos olvidamos, no queremos y hasta lo evitamos
porque nos vendieron siempre la idea de que todo eso era malo,
porque olvidamos por un momento que éramos humanos.



Dany R.-
 
 

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