lunes, 24 de octubre de 2016


Antes de que llores y yo me empape,
antes de que los recuerdos y las tristezas
nos mojen el alma,
no llores como si esto hubiera terminado,
como si de pronto fuéramos vacíos y nada.

No te impacientes
que un día no se cuenta ni pasa en años.
En uno de esos cortos días,
mis manos van a volver a estar entre las tuyas,
reconociendo de nuevo tu cuerpo
y nuestros labios quemando  las hambres atrasadas.

No me digas adiós,
como si ya no te volviera a ver,
como si este amor hubiese sido el hijo de la casualidad,
como si los abrazos y los besos
hubieran sido por un contrato que hoy termina.

No digas “gracias por tu tiempo y compañía
porque jamás te los vendí ni pagaste por ellos.
Fue a placer mío darte la mano
e ir caminando por ahí
con nuestro amor invisible y secreto.

No digas
gracias por haberme hecho feliz este tiempo
porque si algo debes saber
es que nuestro tiempo apenas comienza.

Antes de los abrazos de “adiós” y “hasta pronto”,
antes de que los “gracias” llenen los silencios,
justo esos que no se escuchan
por los nudos que se hacen en la garganta,
debes saber que regreso por ti,
para patear pidritas en el camino,
para caminar por la calle mano a mano,
codo a codo.
Regreso por ti,
regreso porque te amo.


Dany R.

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