martes, 3 de mayo de 2016



Voy a darte un consejo. No te cases nunca antes de haberte preguntado a ti mismo si has hecho cuanto estaba en tu mano antes de dejar de amar a la mujer que has elegido, antes de verla tal cual es en realidad, pues de lo contrario, te engañas cruel e irreparablemente. Cásate solo cuando seas un viejo inútil… De no hacerlo así,  todo cuanto existe en ti de bueno y de noble morirá; todo se desvanecerá en insignificancias. ¡Sí, sí! No me mires con ese atontamiento. Si andado el tiempo esperas algo de ti mismo, entonces oirás decir a cada momento que todo ha terminado para ti, que todo ha sido cerrado excepto el salón en el que tendrás la consideración de un criado o un imbécil… esto es todo.
            Los rasgos de su enjuto semblante se estremecían con manifiestas nerviosidad; sus ojos,  en los que poco aparecía   extinto el fuego de la vida, relucían con extraño brillo, y la tristeza y somnolencia que se dibujaban de ordinario en su semblante se trocaban en ese instante en un casi enfermizo enervamiento.

Tu no alcanzas a comprender porque te digo todo esto  –prosiguió-. Y no obstante  es la historia entera de la vida… Bonaparte actuaba y se dirigía paso a paso hacia sus fines, era libre, no tenía otra irada que sus designios, y llego a realizarlos. Pero si te unes a una mujer, pierdes entonces toda libertad  de acción, como un preso atado a sus cadenas. Todo cuanto existe en ti de vigor y de esperanzas se desvanece y el remordimiento te arruina. Me marcho ahora a la guerra… y no sé por qué. No sirvo para nada.



-Dialogo del Príncipe Andrés a su amigo Pedro.
“La Guerra y la Paz.”
León Tolstoi.-
 
 
 

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