De: Christian
Alfaro.
Para: Sandra García.
Para: Sandra García.
19/10/72
Tlaxcala de Xicoténcatl.
Hola Sandy, ha pasado mucho tiempo después de
vernos, no he dejado de pensar en ti. ¡Te extraño!, no tienes idea de cuan solo
me he sentido.
Los días y las noches ya son vacíos si tú no
estás a mi lado. Y es que, créeme, te pienso y sonrío como si fuera un loco
enamorado. Sé que somos amigos y perdón por ello, perdón por involucrarme de
esa manera contigo, pero tú tienes la culpa de ser como sos.
Cada mañana que despierto no pierdo la esperanza
de que en ese mismo instante tú me llames, quedemos de vernos como muchas veces
lo hicimos y tomarnos un café, platicar toda la tarde y retomar nuestra
amistad; amistad de universitarios, locos, dementes, que no les importa nada.
Creo que es evidente, es obvio que estoy
enamorado, ¡que te amo!, ¡que no puedo olvidarte! ¡Que ya no puedo seguir
ocultándolo!
Que amo tu forma de ser, de reír, de llorar. Amo
cuando te enojas y que en ese momento muchas veces me dijiste: "Vete de
aquí". ¡Pero oh sorpresa! No
contabas con que nunca pensaba irme de tu lado.
Hoy vivo con este nudo en mi garganta que me
asfixia, no quería morir asfixiado con las palabras que nunca te dije por
miedo, miedo a que me rechazaras o que tal vez después de saberlo te alejaras.
Ese miedo se hizo realidad, pero no porque tú te
hayas enterado de mi sentir.
Hoy desde mi camilla, en este hospital frio y
solitario, donde las enfermeras y médicos pasan sin saber que el verdadero
motivo de mi dolor eres tú; desde aquí te digo: Te amo.
Son ya mis últimas líneas y me despido de ti.
Aunque no te vuelva a ver, me siento mejor, puesto que pude decirte lo que
siento.
Ahora me puedo ir en paz.
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