No me salves de ti.
Ahora
entiendo al Uruguayo.
Y como él también te imploro
que no te salves.
Pero yo te pido que no te salves
de tu aurora blanca y brillante
que deslumbra y atrae.
No te salves de la alegría
que quema los cerrojos
y abre puertas a la sonrisa.
Por favor, no te salves de ti,
que brillas y quemas,
renaces y vuelas.
No se te ocurra salvarme de ti
porque en tus brazos
ya nace un nuevo sentido.
No me salves de ti,
ni de mí, ni de mi melancolía
ni de tu sonrisa,
porque mi pluma esta ansiosa
de escribir tu nombre en el espacio blanco
de entre líneas.
En verdad, estoy seguro de lo que digo,
¡no me salves de ti nunca!
Porque yo elegí quemarme con tu fuego,
quedarme ciego con tu luz
y escribir en espacios vacíos para vos.
-Dany R.-